Empecemos de pequeños

 Andrea Herrero Sales

Una de las desigualdades más importantes en el mundo es la que se produce entre hombres y mujeres y las diferentes oportunidades que tienen ante sí. Y es que, a pesar de estar en el siglo XXI, según informes de Desarrollo Humano del PNUD, no hay ningún país del mundo en el que las mujeres dispongan de las mismas oportunidades que los hombres. Y aunque parezca que en muchos países desarrollados no sea así, lo es. La igualdad, en ocasiones, se ha conseguido en términos jurídicos, pero no reales. Así pues, las mujeres ocupan menos cargos de responsabilidad, reciben salarios inferiores a los hombres en trabajos similares, se ocupan más de las tareas domésticas, etc.
En la publicidad, también existen desigualdades de género, se siguen formando y potenciando estereotipos. Así pues, se representa, en muchas ocasiones, a los hombres ligados a la ciencia y al mundo empresarial, y a las mujeres unidas a la maternidad, la cocina, etc.
En el siguiente ejemplo podemos ver un claro ejemplo de lo nombrado anteriormente. Se trata de un juego en el que los niños y adolescentes pueden aprender a ser mamas. Ya desde muy pequeños, se les está enseñando a que son las mamas las que cuidan de los niños, y ¿porque no hay también un juego en el que enseñen a los niños a ser papas? Quizás, porque el niño ha de aprender a dirigir una empresa, a conducir un coche...

 Seamos responsables, y desde pequeños, eduquemos a los niños y enseñemosles que no existen diferencias entre el hombre y la mujer.